Ideas de inversión

¿A medio camino o a medio gas?

No deja de sorprender el movimiento de la bolsas la última semana de abril, en especial del Standard and Poors, donde los dos últimos días de la semana retrocedió todo lo avanzado los tres primeros, donde incluso había ignorado por varias horas importantes resistencias técnicas, para terminar resumiendo la semana el viernes con una falsa ruptura desde el punto de vista técnico.

Entramos en el temido mes de mayo y nos preguntamos si el análisis estacional y el tan famoso lema “sell in may and go away” cobra alguna relevancia especial este año, en vista que ni la semana pasada ni la antepasada, ante la reapertura parcial de importantes economías mundiales, los mercados han logrado continuar sus subidas o recuperaciones post crash.

Sin lugar a dudas que la atención del momento gira en torno al coronavirus, por lo que cualquier avance relevante, en especial con el medicamento paliativo remdesivir, de la gigante farmacéutica estadounidense Gilead Sciences, será bien recibido por los inversores, lo que constituiría algo así como un bonus track o un riesgo al alza sin contrapartida directa en este sentido.

Sin embargo, más allá de la importante contingencia actual y de las subidas que se puedan producir por importantes descubrimientos, no debemos olvidar que los problemas no empezaron con la pandemia sino que vienen desde bastante antes y continuaban increcendo con la monetización de la deuda y la demora en los cambios estructurales, los que nunca llegaron porque con la monetización no se hacían urgentes.

El daño que más preocupa y que muchas veces pasa desapercibido, es que se está alterando el precio más importante de todos, el del dinero. A través de la manipulación de la tasa de interés, llegando incluso  ser negativa, se altera el motor de la productividad que es el ahorro y la inversión rentable. Esperemos que todas estas iniciativas monetarias no sean aberraciones económicas, a pesar que sean muy difíciles de comprender a través de la lógica y más aún, constatar la efectividad de sus medidas. A juzgar por los años de implementación, de eficiencia lamentablemente han mostrado muy poco.

Desde el punto de vista fundamental, a nuestro juicio el mar de fondo de la economía sigue siendo preocupante. Lo era antes del coronavirus y ahora con mayor razón, con datos macro que muestran caídas históricas y con gran incertidumbre respecto de la cadena de producción. Esto a raíz de la eventual quiebra de multiplicidad de empresas, y el comportamiento del consumidor en la nueva normalidad, con un mercado del trabajo con nuevas complejidades y mayores desafíos, donde lo más probable es que pocos tomen el lugar de muchos (chosen of the few).

Pensamos que en este contexto, es altamente improbable que las empresas sorprendan con mejores resultados el segundo trimestre que los esperados por el mercado, aunque todos deseen desde lo más profundo y a estas alturas como algo imperioso, o como si de una profecía auto cumplida se tratase, las buenas noticias y las ayudas fiscales y monetarias, vía impuestos y monetización de deuda pública y privada.

Por otro lado vemos como la reserva federal, que ha anunciado que los resultados empresariales del segundo trimestre serán inéditos, al estilo de la recordada y a estas alturas visionaria frase “whatever it takes” de Mario Draghi, continúa actuando en consecuencia con más estímulos monetarios, aunque cada vez se hace más evidente la distancia de esta medidas respecto de las necesidades en la economía real.

No olvidemos que la FED ha continuado profundizando su política al extender la compra de activos a los "bonos basura" que procedan de rebajas en bonos que antes eran BBB, lo que a todas luces en un salto cuántico y un paso más en su experimento sin precedentes, del cual no se ve una salida fácil sin poner realmente a prueba la autonomía de la economía mundial.

Desde el punto de vista técnico, que en este momento adquiere especial relevancia, hemos podido observar como el representativo índice norteamericano S&P, esta semana sorprendía y parecía ignorar la zona de resistencia de los 2800-2900 puntos, la cual había funcionado como tal en febrero y octubre de 2018, antesala de  dos eventos de calado en los mercados. Luego al romper dicha resistencia en junio del 2019, y haber actuado de soporte de corto plazo en julio, entendemos que desde ahí comenzó el rally hacía máximo históricos, finalizando con las abruptas caídas de febrero de este año 2020. Por estos motivos era de esperar algún evento adicional para avanzar este complejo tramo y era de extrañar un paso tan ligero por una zona que ha demostrado ser intrincada, y aún los buenos resultados empresariales de grandes como Tesla, Apple, Amazon o Microsoft, no lograron servir como catalizador.

Además de ser una zona crítica desde el punto de vista del chartismo, también lo es desde el punto de vista del “retracement”. Al analizar la caída de este año, desde máximos hasta mínimos, el índice ha recuperado 600 de los 1.200 puntos que llegó a caer,  desde aproximadamente 3.400 a 2.200 puntos. Esto también suele interpretarse como “la mitad del camino”, momento de decisión respecto de mantenerse o hacerse a un lado, capitalizar pérdidas asumibles o seguir esperando a recuperarlo todo.

La interpretación principal que nos surge de estas señales, es la confirmación que estamos en un momento crítico, donde existe mucha incertidumbre si las expectativas se perfilan hacia los máximos de febrero o hacia los mínimos de marzo. No debemos olvidar que a diferencia de las correcciones de febrero u octubre de 2018, la caída del primer trimestre de 2020 nos puso en territorio bajista (bear market) por lo que toda subida también puede ser interpretada por actores relevantes del mercado como una oportunidad de venta o pullback.

Otro síntoma de debilidad en el corto plazo para este importante índice, es que el precio se encuentra bajo la media de 10 días y el wedge de tendencia alcista, formado desde mínimos anuales, perdió su regularidad a fines de esta semana al ver vulnerada su directriz de soporte. Más preocupante es el escenario al considerar que las fortissimas recuperaciones de abril no fueron transversales, sino más bien lideradas como ya es costumbre por las grandes tecnológicas.

En resumen, dada una situación aún incierta en el sector real y financiero, vemos mucho apoyo adicional a la demanda por las instituciones en general, por lo que pensamos que la volatilidad irá en aumento en las próximas semanas y una vez más no primará la razón en el corto plazo. Competirán los convencidos por una recuperación en V, fieles a la filosofía buy the dip, contra quienes ven aquí un mercado bajista, fundado en los problemas actuales y también pasados, con sus altos y bajos tradicionales, pero con posibilidades de testear mínimos de año nuevamente, obligando que la recuperación no sea en V sino que en W, lo que los analistas técnicos llaman doble piso.

Por lo anterior, nuestro plan de inversiones (game plan), nos sugiere prudencia e ir acumulando poco a poco en las caídas y manteniendo altos niveles de liquidez, los cuales serán determinantes para capitalizar oportunidades en momentos de sobreventa o de crisis.

En definitiva, y como siempre con el riesgo de equivocarnos, pensamos que en general y salvo excepciones que siempre las habrá, las relaciones retorno/riesgo actualmente se encuentran muy ajustadas, por lo que probablemente el retorno esperado no compense el riesgo asumido. En estas condiciones consideramos sensato, tomando en cuenta la volatilidad que hemos vivido en particular los 2 últimos meses,  esperar que el mercado vaya mostrando cuáles son los nuevos niveles de soporte y resistencia para comenzar a plantear nuevos escenarios de inversión, así como tener mayor claridad de cómo será la nueva normalidad y la profundidad del calado de la crisis actual.