- Magnífico comportamiento de los mercados financieros (bolsas y bonos) que contrasta con el menor crecimiento global de la última década. Esta disparidad se explica principalmente por la actuación de los bancos centrales.
- Ha sido el año de "normalización fallida" de la política monetaria. Tanto la Fed, como el BCE han tenido que dar marcha atrás en su intención de subir tipos de interés y dejar de adquirir bonos en el mercado.
- Los mensajes que transmiten el BCE y la Fed se traducen en la práctica en que los efectos de su actuación anestesian las primas de riesgo de los activos en cuanto se produce el menor síntoma de desaceleración económica.
- Cada vez son mayores las dudas de que realmente se pueda normalizar la política monetaria sin causar un severo daño en la economía y los mercados financieros. A la mínima tentativa de reducir la liquidez o del anuncio de una próxima subida de tipos de interés, la economía se resiente y los mercados financieros también, obligando a los bancos centrales a recular y posponer las medidas de normalización monetaria.
- Los mercados financieros suelen actuar de forma ciclotímica, alternando fases de apetito por el riesgo con fases de aversión total al riesgo. Las dosis de anestesia del BCE y la Fed consiguen aplazar las segundas, pero no consiguen que los riesgos desaparezcan. De momento la anestesia funciona, y puede seguir haciéndolo durante tiempo, pero conviene no olvidar que es anestesia.
- Cuando una medida extraordinaria y excepcional permanece en vigor durante un largo periodo de tiempo, acaba considerándose algo normal y ordinario, perdiendo su calificación inicial de extraordinaria. El peligro del cambio de comportamiento de los agentes económicos al considerar los tipos negativos como normales y ordinarios, es lo que ha llevado al Banco de Suecia a abandonar los tipos negativos.
- La extensión de los tipos negativos ha llegado incluso a las letras del Tesoro griegas a seis meses. La mayoría de los bonos soberanos europeos a cinco años presentan tipos negativos. En otras palabras, el comprador de dichos bonos tiene asegurada la pérdida a vencimiento.
- Con una rentabilidad de la renta fija en mínimos o incluso en negativo, la renta fija ha dejado de ser refugio para preservar el poder adquisitivo del patrimonio.
- Los defaults (impagos de deuda) de Thomas Cook y Argentina durante el año sirven de recordatorio respecto a la existencia de riesgos, a pesar de las grandes dosis de anestesia monetaria.
- A pesar de las buenas noticias de fin de año respecto al Brexit y la previsible firma del acuerdo (parcial) comercial entre EE.UU. y China, ambos temas volverán a ser motivo de atención, y de preocupación, en 2020. La aprobación por parte del parlamento británico de una salida definitiva de la UE a finales de 2020 choca con la extrema dificultad mencionada por Bruselas de negociar todos los extremos del acuerdo en apenas un año. La fase I del acuerdo comercial, todavía no firmado, entre EE.UU. y China, no afronta los extremos más conflictivos de la guerra comercial, como la propiedad intelectual o la tecnología. Sin duda, las diferencias comerciales serán motivo de nuevos histriónicos tweets de Trump con efecto inmediato en las bolsas.
Aunque no se atisba una recesión en el horizonte cercano, el escenario previsible para los próximos años es de bajo crecimiento, baja inflación, bajos tipos de interés y bajos retornos en las inversiones. La anestesia monetaria de momento sigue funcionando, pero es sólo anestesia, no soluciona los problemas de fondo.