Ideas de inversión

Fuera de Juego

Las recuperaciones de los mercados en Estados Unidos han sido realmente impresionantes y han hecho olvidar las históricas caídas vividas entre febrero y marzo de este año, apenas 4 meses atrás. También han sido casi totales en Japón y Alemania, sin embargo no ha ocurrido lo mismo en otras latitudes del continente europeo ni en emergentes.

Si bien es cierto que las recuperaciones no han sido homogéneas y han estado lejos de dicha condición, muy pocos esperaban que en poco más de 100 días el S&P se encontrara en positivo en el año y a un par de puntos porcentuales de tocar máximos históricos nuevamente.

Todo esto parece no cuadrar con la realidad en main street donde las tasa de desempleo y el crecimiento de la economía siguen sorprendiendo negativamente. Sin ir más lejos, este es el principal motivo para que tanto el gobierno central liderado por Donald Trump y la reserva federal, liderada por Jerome Powell, actúen de una forma tan contundente y decisiva como lo están haciendo, lo que hemos comentado en reiteradas ocasiones, para nada exenta de riesgos dadas las cuantías involucradas hasta el momento.

La situación de las grandes tecnológicas del Nasdaq es un caso aparte, y merece cierta detención, subiendo más de un 20% en un año como este, y sus principales exponentes, las FAAMNG (incluyendo a Microsoft a las FAANG, que podría dar el golpe comprando tik tok) con más de un 20% de la capitalización de las empresas del S%P 500, lo que viene a reforzar el que nos encontramos en la era de la exonomics, es decir ganadores y perdedores exponenciales, donde unos pocos se llevan prácticamente todo el mercado. Además de las siglas ganadoras, aludiendo a las 6 grandes, hemos visto al gran ganador en lo que va del año que es la automotora eléctrica Tesla, subiendo más de un 230% en el año además de las plataformas digitales asociadas al teletrabajo que también han sobre salido.

Los motivos a los cuales se atribuyen las subidas de los mercados en general, como pocas veces, se refieren al público masivo en un porcentaje importante tanto millenials como a la generación Z. Este público, conocido mundialmente como retail, comenzó con la apertura de cuentas masivamente con las caídas de los mercados en marzo y seguramente han estado expuestos a un buen tramo de las subidas. Las grandes empresas digitales, de las cuales estos nuevos inversionistas son usuarios frecuentes y las han visto crecer, han sido las grandes demandadas en este contexto de COVID-19. El conocer muy bien la necesidad que satisfacen estas empresas y la confianza en el posicionamiento en sus respectivos mercados, también es uno de los motivos de este éxito temporal, siguiendo aquella máxima de “invierte solamente en lo que conoces”.

Pocas veces el pequeño supera al grande, y este ha sido otro evento disruptivo más que hemos presenciado este año. El nuevo público masivo es el victorioso superando ámpliamente este año en rentabilidades a institucionales, quienes estaban invertidos en la caída. Sin duda que además existen otros  buenos motivos además del público retail para justificar las fortísimas subidas desde mínimos del año, y sabemos que siempre hay una buena o lógica explicación, y otra verdadera razón, que permite entender los eventos económicos y financieros. 

No es novedad que estos otros motivos, y probablemente la verdadera razón, viene por la fuerte expansión de deuda auto financiada por los gobiernos,  a través de sus brazos monetarios y sus bancos centrales. 

Esta vez la filosofía detrás las políticas aplicadas no es la gradualidad sino la de choque, lo cual se ha traducido en dinero barato o transferido directamente, el que ha sido gastado o invertido con riesgo, pero no ahorrado, dado el complejo entorno económico y además de  represión financiera actual de tasas cero o negativas, el cual prácticamente obliga a las personas e instituciones a buscar rentabilidad para no perder poder adquisitivo, incluso  a mayor riesgo, como el actual que percibimos.

Si bien la inflación no la vemos materializada todavía, debido a los saltos cuánticos en productividad que hemos visto en las últimas dos décadas, gracias a los avances de la tecnología, las burbujas de activos que se podrían estar generando en el sector inmobiliario y financiero, podrían llevar a una crisis mayor, con una alta probabilidad de mal asignar recursos y crear proyectos para los cuales no existe la demanda pensada, y sin más herramientas temporales para afrontar la crisis.

En el caso de la política monetaria, ha sido un cambio impresionante respecto de sus fundamentos, pareciendo olvidar la evidencia y los aprendizajes que han dejado situaciones económicas desastrosas a mediados del siglo XX y financiera durante la primera década del siglo XXI.

A diferencia del BCE, el mensaje de la FED nunca fue que se haría todo lo necesario para recuperar la economía, sino más bien advertía constantemente que las tasas  de interés comenzarían a subir para evitar principalmente el sobre endeudamiento, la mala asignación de recursos y las burbujas de activos. En un escenario también completamente impensado, la FED parece haber demostrado que las intenciones de subir tasas de interés se volvieron un espejismo, y a pesar de subirlas 7 veces desde mínimos hace poco más de 3 años, y con una velocidad histórica, el retroceso fue aún más intenso, demostrando una vez más que las tasas, y de paso también los mercados financieros, suben lentamente como en escalera y bajan rápidamente como ascensor.

Este es el actual contexto, el del todo por el todo, o como mencionó el ex presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi el año 2014, y desde luego sin coronavirus, del cueste lo que cueste (whatever it takes!). Al parecer, “Súper Mario”, como lo denominó la prensa al atribuirle la aparente omnipotencia de los bancos centrales y el poder de crear dinero digital, fue uno de los grandes líderes ideológicos de la camada actual de consejeros, o quizás fue el primero en ver que este sería un camino de ida, es decir sin retorno, por lo menos deliberado.

En estas circunstancias de distorsión monetaria, se hace prácticamente imposible establecer relaciones de las empresas en bolsa respecto de su realidad de negocio, y además considerar la cantidad de dinero disponible que no sabemos las magnitudes a las que llegará. A nuestro juicio, anticipar las decisiones de política monetaria o fiscal no debiese ser una materia sobre la cual debamos especular, ya que no es la lógica empresarial la imperante sino más bien la de acuerdos políticos.

No sabemos a ciencia cierta cómo terminará todo estos experimentos relacionados con el endeudamiento, en el entendido que las políticas de los bancos centrales no tendrán vuelta atrás por muchos años, y al no existir los incentivos al ahorro, se genera el contexto propicio para continuar inflando las burbujas de activos, y todo tiende finalmente a parecer un riesgo. Por esto, y mientras no tengamos mayor visibilidad respecto de los resultados empresariales y como se vayan sucediendo los datos macro, esperamos un rango inferior de valoraciones al actual, ante un entorno aún con muchas más dudas que certezas, y sin olvidarnos, ahora más que nunca, la importancia de la selectividad y la diversificación, porque siempre existirán oportunidades en un mercado donde la destrucción creativa es una constante.