Ideas de inversión

La confianza en la FED y dos nuevos inversionistas

Hemos podido constatar fuertes subidas esta última semana a propósito de las elecciones en Estados Unidos, llegando muy cerca de marcar nuevos máximos históricos, y destacando tanto la renta variable como los commoditties, y en especial la plata, como una alternativa quizás más interesante que el oro en momentos de crisis, como si de búsqueda de reservas de valor y de nuevas formas de intercambio se tratase el futuro. 

Las subidas generalizadas de los activos corresponden también a nuestro juicio a una expectativa inflacionaria y de dinero barato, pero que de todas formas hay que devolver, sobre la cual se sostendría la teoría de buscar reserva en cualquier clase de activo menos el dinero. 

Algunos, no solamente buscan adaptarse a la nueva situación desatada por las intervenciones fiscales y monetarias, sino que además quieren sacarle el mayor de los provechos como si de una época de bonanza se tratase. 

Más allá de las consideraciones personales, este es el momento perfecto para quienes buscan el rally de corto plazo, ignorando de momento los riesgos de altas valoraciones, y también para los inversionistas y principalmente gestoras indexados a los índices y su benchmark. No cabe duda que de momento es la estrategia ganadora, pero debe quedar muy claro que el mal de altura es algo que podría tener consecuencias distintas ante la eventual urgencia de normalizar los balances y la situación monetaria general.

La nueva normalidad, desatada desde el punto de vista de inyecciones monetarias y con posibilidades de incrementarse, la vemos materializada en los últimos discursos de la FED y su nueva sigla FAIT (Flexible Average Inflation Target), lo que es lo más patente y contundente, y no es otra cosa que un artilugio para no subir las tasas de interés inmediatamente cuando suba la inflación. Esto a nuestro juicio no debiera tratarse de una forma tan matemática sino más bien preguntarnos por ejemplo, por qué buscar un objetivo de inflación del 2% cuando la productividad no deja de crecer  gracias a la tecnología. 

No deja de resultar paradójico también, que ante un entorno de alta incertidumbre cómo el actual, tanto en términos de crecimiento mundial como por la coyuntura política particular en Estados Unidos, que los inversores den señales de confianza en activos de riesgo, aun cuando todos los escenarios posibles siguen abiertos, incluido el peor de los casos que sería que el actual presidente no quiera aceptar la victoria de su rival aunque exista una diferencia sustantiva. 

Más allá de anticiparnos a lo que pueda pasar, nos parece importante diversificar de forma selectiva, y no solamente en base a ETFs, y enfocarnos en las valoraciones de empresas que son las que en última instancia nos ofrecen una aproximación más lógica respecto a lo que esperar de una cotización, sobretodo cuando sabemos que el entorno como un todo se encuentra vinculado a los gobiernos a través de su política fiscal y los bancos centrales, y su rescate implícito y en algunos casos explícitos, de la economía como un todo.

En este contexto, del cual todos somos parte, entendamos o no las relaciones causa efecto de este tipo de políticas, han nacido dos tipos de inversionistas que en busca de rentabilidad, modificaron sus comportamientos dados los incentivos de las autoridades centralizadas.

Lamentablemente, las operativas de ambos prototipos presentan riesgos que pueden ser inconmensurables, tanto para los inversionistas como para el sistema en general. 

El primer nuevo inversionista, deriva de la nueva necesidad de buscar rentabilidad pero esta vez con riesgo. Nos referimos a perfiles conservadores los cuales no estaban acostumbrados a ver variar su portafolio y se han visto obligados a que dicha rentabilidad ya no venga dada de forma asegurada por una tasa mensual libre de riesgo, sino más bien la necesidad de defenderse de la inflación. Este inversionista, no estaba acostumbrado a tomar riesgos ni a la volatilidad, sin embargo se ve “obligado” a hacerlo en un entorno de represión financiera, para que sus ahorros no pierdan poder adquisitivo o porque contaba con dichos ingresos periódicos.

Los tiempos han cambiado forzosamente y detrás de políticas que aparentemente estabilizan los mercados financieros en el corto plazo, se esconden una serie de incentivos perversos para los agentes económicos y distorsiones para el sistema en general. 

El segundo nuevo tipo de inversionista, es el que ha visto el dinero fácil y se ve en una situación complicada, probablemente por la ralentización de su negocio o en la condición de desempleo. A raíz de esto, cae en la tentación de pedir o aceptar el dinero que prestan a tasas bajísimas en el banco, para invertirlo en activos de riesgo o al menos volátiles, como son las acciones tecnológicas y en general las de más baja capitalización bursátil. Así, personas que muchas veces es la primera vez que experimentan en los mercados financieros, se generan la falsa ilusión que se puede ganar dinero de forma fácil y rápida, arriesgando más de lo que podrían soportar si nos situamos en un escenario pesimista. 

Por estas razones, tanto teóricas como prácticas, interpretamos que las medidas de los bancos centrales, al imprimir dinero sin respaldo de ahorro, fomentan burbujas especulativas, distorsionan los precios absolutos y relativos de los activos, favorecen a ciertos sectores de la sociedad, y en última instancia, empobreciendo al agregado como un todo, aunque a primera vista no lo parezca.