Ideas de inversión

V,W,U o L

Las letras de la recuperación (V,W,U o L) y las dos potencias mundiales

Estamos en la era del conocimiento y la información, y que duda cabe que los mercados son un lugar donde esto es vital. Así lo interpretan los diferentes agentes, buscando la mayor cantidad de distinciones posibles para entender y finalmente proyectar ciertos escenarios de acuerdo a probabilidades. Eso es más o menos lo que hacemos a grandes rasgos quienes estamos involucrados directamente en esta actividad tan delicada y apasionante como es la inversión.

Relacionado al contexto actual de crisis, se han planteado diferentes hipótesis de recuperación de la economía, no de los mercados financieros, las cuales pueden ser representadas según diferentes letras, por su similitud gráfica.

En primera instancia, los más optimistas hablan de una recuperación en V, con un mínimo pronunciado y luego una fuerte recuperación, que podría venir por el efecto limitado de shock de la pandemia, y una vuelta  a la normalidad lo más transparente posible, incluyendo todos los saltos en productividad que pueden haber surgido con la necesidad actual del teletrabajo y otras. Sin embargo, la recuperación en V no parece muy posible considerando que la deuda es traer al presente consumo futuro, y por ende anticipando y limitándolo a la vez.

Una segunda posibilidad es la recuperación en U, la cual es más lenta que la recién mencionada, pero que finalmente despega logrando los niveles perdidos en la crisis. Este es un escenario que puede que sea más probable que el anterior, dado el calado en las perdidas de trabajos y quiebras de empresas no se puede ignorar, pero bajo el supuesto que los estímulos monetarios y las ayudas fiscales generan una reactivación que podría hacer que el crecimiento avance más rápido que la deuda, lo cual no deja de ser improbable, en un contexto actual de mucha deuda acumulada.

Como tercera forma de recuperación vemos la letra W, conocida en el mundo del chartismo como doble piso, también es una alternativa probable, desde el punto de vista de la fragilidad actual de la economía y la dificultad de una salida limpia. Este tipo de recuperación podría darse ante la eventual tensión que se pueda producir con el actual quantitative easing y el posterior quantitative tightening, el cual tenemos como antecedente reciente, tuvo que ser reversado el año 2018 ante el eventual colapso de los mercados financieros.

La cuarta letra que puede servir para ilustrar la situación actual de recuperación,  es la letra L, la cual significa una caída y luego una depresión, es decir la ausencia sostenida de crecimiento prolongado en el tiempo, por lo menos en una década. Este es el escenario sin duda más preocupante y a la vez menos de moda actualmente en los mercados financieros. Sin embargo, la que reaparece con más fuerza en los momentos de pánico como los que hemos vivido en agosto de 2015, febrero de 2018 y febrero-marzo de 2020.

Los ciclos económicos de largo plazo y las posteriores depresiones, como la famosa de 1929, se caracterizan por no tener más posibilidades de endeudamiento, ya que la confianza en las instituciones, en este caso el dinero, es en último caso es lo que se ha perdido.

Al constatar las decisiones de los gobernadores de la reserva federal, podemos ver que en el mejor de los casos, es decir una recuperación en V, U o W, el principal catalizador del mercado continuarán siendo los estímulos monetarios, por lo cual nos parece casi inevitable la W para salir de la crisis.

Al igual que la última década y como respuesta a la crisis sub prime, los mercados bailaron según la música que ha puesto el banco central, reaccionando la mayoría de veces con euforia, pero también otras con claras muestras de preocupación. Así fue como lograron intimidar al actual Presidente de la FED Jerome Powell y los demás miembros a bordo el año 2018, los cuales al poco andar del camino de regreso, consideraron implícitamente que la vuelta a condiciones monetarias normales era imposible mientras no llegara el crecimiento económico.

Lo preocupante es que la deuda continúa aumentando, y los objetivos de crecimiento por ahora parecen desvanecerse, y solamente queda un tímido deseo de caer lo menos posible. Sin querer con esto desconocer los efectos del tipo shock externo provocado por la pandemia, el cual también, dicho sea de paso, ha sido potenciado por las respuestas centralizadas del tipo acabo de mundo (end game).

Mientras tanto, las dos potencias mundiales, que tienen mucho que decir en el crecimiento mundial, que es lo que en última instancia justificará los precios de los activos en el transcurso del tiempo, continúan con sus agendas paralelas y a la vez cruzadas. Los incentivos parecen alinearse para que el proceso de des globalización se intensifique y modifique su estructura, forzando cada vez más a los países a tomar parte por uno de los dos bandos, profundizando la guerra fría y a la espera del 5G y el internet de las cosas para continuar este proceso.

Por un lado, Estados Unidos con un Presidente también candidato y  elecciones a fin de año, luego de 4 años históricos para Wall Street pero no así para Main Street, donde Donald Trump será recordado por sus promesas de rebajas de impuestos pero también por hacer crecer la deuda tanto o más que Barack Obama,  y  aumentar la desigualdad entre los norteamericanos.

Por otro lado, China y su capitalismo de estado, que está lejos de ser perfecto pero es innegable, y ahí están los números como va captando mayor proporción del PIB mundial, lo está llevando por un camino bastante más acelerado a través de la tecnología y la apertura a nivel global.  También ha respondido en buena medida con la ley del taleón en la guerra comercial, y sin un nacionalismo exagerado, Xi está llevando a China con un plan de recuperación que parece ser más razonable desde el punto de vista económico que los aplicados en occidente, con estimulos cercanos al 5% del PIB comparado con USA que lleva el 10%.

El desenlace económico de estas dos potencias mundiales y sus tecnologías de punta nos dirán en gran medida lo que podemos esperar para los mercados financieros, que tarde o temprano, perderán la confianza en la omnipotencia de los bancos centrales y se centrarán en evaluar los factores económicos reales y sus rendimientos.

Lamentablemente de Europa y Japón no podemos esperar que sean un motor del crecimiento global, dado que las políticas aplicadas para atraer el crecimiento, basadas en buscar inflación, han llevado a un estancamiento estructural del cual no se pueden esperar grandes cosas a nivel mundial. Eso si, algo nos quiere decir la fortaleza del euro, que también es parte de las respuestas mundiales a los estímulos económicos de la FED. Algo similar y más preocupante ocurre en LATAM, con tasas de capitalización mucho más bajas y donde el estado cada vez cumple un rol más determinante en los mercados, y también con los bancos centrales jugando un rol cada vez más importante, pero sin la artillería de los países desarrollados.